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Por Nelly Amador
La formación de las y los docentes que tiene una influencia determinante en la calidad de la educación, debe ser prioridad para los funcionarios educativos y tomadores de decisiones; pues no sólo debe ser la construcción de aulas, sino también a todos los educadores del sistema deben capacitarles de una forma planificada, con diagnósticos bien hechos, con cursos preparados por el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio –INAFOCAM-- que esa debe ser su función principal, privilegiando la capacitación de las y los maestros con contenidos, con programas en manos, pues la mayor inversión que debe hacer este instituto es la formación de los decentes y no en becas hacia afuera, ya sea para nuevos maestros o para especialidades, pues primero hay que darles a los maestros todos los recursos necesarios para contribuir con ese proceso de formación .
En la realidad hay una distorsión entre los contenidos del programa para el proceso de esa formación y el pensum que para tales fines tienen nuestras universidades.
Consideramos como parte de esta capacitación incluir la formación humana y la moral y cívica que contribuyen a garantizar los valores fundamentales, como también debemos facilitarles a los y las docentes, los materiales didácticos y otras herramientas que garanticen el nivel óptimo para tener resultados satisfactorios.
Si junto a esto, mantenemos cierta regla o acuerdo como la eliminación de promoción automática en el nivel básico, sea tanda extendida o no, como tampoco no permitir más de treinta y cinco estudiantes por aula. Hay que rechazar lo que acontece hoy, en donde los maestros tienen 40, 50, 60 y hasta 70 alumnos por aula.
No considero que la solución sea buscar educadores de fuera, con las tecnologías nosotros podemos capacitar a nuestros maestros, consiguiendo todo el apoyo que sea necesario, pues con estos recursos conseguimos programas, especificaciones, experiencias de otros países, interacción entre grupos y escuelas, estimulando la lectura, las competencias en caligrafía, ortografía, etc. Pues no existe experiencia más exitosa que aprender-aprendiendo, donde además se supone que el sistema debe tener los servicios de los técnicos calificados para dar el seguimiento y acompañamiento a los docentes en todos los niveles y modalidades. Sólo así aseguramos mejores resultados.
Consideramos impostergable que el aspecto formativo de los y las docentes sea prioridad en la inversión del 4% de nuestro producto interno que por ley debe hacerse cada año en el sistema educativo dominicano.
La autora es Educadora y fundadora de la ADP.
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